domingo, 26 de noviembre de 2017

Rufina




Rufina, hija del escritor Eugenio Cambaceres, rico, bon vivant, ácido crítico de la alta sociedad en sus novelas "Popurrí" y "En la sangre" –fines de 1800–, y repudiado por su casamiento con la bailarina italiana Luisa Baccichi (le decían "la Bachicha"), murió cuando su hija tenía apenas 14 años…

Luisa, la viuda, no tardó en ser amante de Hipólito Yrigoyen, futuro presidente. Y el 31 de mayo de 1902, día en que Rufina cumplió 19 años, antes de terminar el festejo en la mansión de la calle Montes de Oca y partir hacia su palco en el Colón, oyó un agudo grito…

Una de las mucamas la encontró en el suelo, rígida y fría. El médico sentenció "síncope cardíaco", y al otro día la enterraron en la Recoleta.

Unos días después, su ataúd apareció abierto y con la tapa rota. "Un robo", dijo la policía. Pero las joyas con que fue sepultada estaban intactas…

Desde entonces, Luisa vivió torturada por la convicción de que Rufina había sufrido un ataque de catalepsia… ¡y que la enterraron viva!

En su fantasía, imaginó que ella despertó en el ataúd, logró salir, gritó pero nadie la oyó, no pudo abrir la reja de la bóveda, y la desesperación le paralizó el corazón. Esta vez, para siempre.

Por eso su estatua, de refinado Art Nouveau, tiene su mano derecha sobre el picaporte, como tratando de abrir la puerta de la bóveda.

Según los otros fantasmas, los que rondan cada noche, Rufina murió realmente la primera vez… cuando una amiga le contó la fatal verdad: "Tu novio, Hipólito, ¡es también el amante de tu madre!". Yrigoyen, claro. Que pasó a la historia como el único presidente argentino soltero…

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