Luz María, hija del dramaturgo Enrique García Velloso, uno de los grandes del teatro criollo, murió de leucemia en 1925, a los 15 años. Su madre, al borde de la locura, pasó largos meses llorando y durmiendo en un rincón de la cripta…
Cinco años después, un joven de la high society porteña vio a una chica que, a pasos del cementerio, sollozaba sin parar. Se acercó, le dio un pañuelo para que secara sus lágrimas, y tomaron un café en "La veredita", nombre primigenio de "La Biela".
Al anochecer, ella le dijo que se llamaba Luz María, y él la besó. De pronto, ella huyó ("¡Tengo que irme, tengo que irme"), y al levantarse volcó café en el saco de él…
Él la siguió, pero ella se desvaneció en la bruma. Desesperado, empezó a golpear el portón del cementerio. El cuidador le dijo que nadie había entrado. Pero él insistió, y el hombre lo dejó entrar…
Y allí, en la primera calle, bajo el frontispicio con el nombre de ella y una figura yacente, mármol puro… ¡estaba su saco manchado de café! Lo levantó. Y en la figura de mármol reconoció a la chica que lloraba, la que secó sus lágrimas, la que cruzó de su brazo, la que él besó loco de amor. La que los otros fantasmas, en su recorrida y sus tertulias, no olvidan de dejar una flor entre las manos de La dama de blanco.
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