miércoles, 31 de enero de 2018
La horrible historia de Rufina Cambaceres
Si tuviéramos que elegir un lugar emblemático como para dar inicio a este sitio de Leyendas Urbanas muchos estaríamos de acuerdo que el lugar ideal tendría que ser el famoso y destacado cementerio de la Recoleta. Único y fabuloso por excelencia.
Su historia se remonta al año 1822 cuando el ingeniero Próspero Catelín llevo a cabo el proyecto del Cementerio del Norte que a sus inicios solo sería destinado para los cristianos que, veinte años después por un decreto del Presidente Mitre, fue permitida la sepultura de otras religiones en la necrópolis.
A pocos años de su bicentenario, el camposanto ubicado en la calle junín al 1700 posee entre sus muros un sinfín de amplios monumentos considerados – a mi criterio – bellezas de la arquitectura antigua y moderna. Enterrados en sus bóvedas y nichos se encuentran personas emblemáticas de la historia de nuestro país: como Domingo Faustino Sarmiento, Raúl Alfonsín, Eva Perón y muchas figuras más de la literatura, la política y las familias de altas alcurnias de la época.
Una de las historias más aterradoras que reposan eternamente en el lugar es la que rodea la horrorosa muerte de Rufina Cambaceres Bacichi quien, a sus 19 años, fue enterrada viva en su cripta familiar y encontrada días después dentro de su féretro en un estado horrible y de pesadilla.
Dice la leyenda que el 31 de Mayo de 1902 cuando Rufina festejaba su cumpleaños fue organizada una “tertulia” en su casona del norte. Cuando luego de la ceremonia los invitados iban a recurrir a una obra del Teatro Colon con la anfitriona, la misma fue encontrada muerta en su habitación. Su figura cadavérica denotaba una tez blanca mortuoria, una posición extraña y unos ojos en blanco absolutamente desorbitados.
Luego de que el doctor familiar la diera por muerta al no descubrir en el cuerpo signos vitales, Rufina fue sepultada en la bóveda de los Cambaceres a la brevedad junto a otros miembros de su familia.
Lo horrible de la historia es que unos días después del entierro un tío de la fallecida quiso llevarle a Rufina un anillo que habían olvidado devolverle el día de la preparación mortuoria del cuerpo. Habrá sido espantoso para este familiar tan allegado descubrir que, al abrir la tapa del féretro, la niña se encontraba en una posición muy diferente a la que la recordaba el día de su entierro con una expresión de absoluto terror en su rostro. La tapa del mismo estaba dañada y rajuñada por dentro y las uñas y manos de Rufina estaban absolutamente dañadas y ensangrentadas.
Hoy en día la causa científica de este hecho es una enfermedad luego descubierta llamada Catalepsia. Un horrible estado donde el cuerpo toma el color, la temperatura y la rigidez de un muerto. Bajando las pulsaciones cardíacas a un estado casi imperceptible. Por esto mismo muchas personas pedían ser enterradas bajo ciertas medidas de seguridad en caso de correr la atroz suerte de despertase en su propia tumba. De hecho, actualmente muchas empresas privadas brindan ciertos servicios a las personas por este mismo motivo. Desde ataúdes con medidas de seguridad y aperturas especiales, como un teléfono celular de larga batería que es enterrado junto al difunto.
Volviendo al relato de la pobre Rufina. Hoy se puede visitar su sepultura en el cementerio del barrio de la Recoleta y podemos apreciar en ella a la hermosa chica de corta edad abriendo la puerta de la tumba. Una posición que nos puede dar un simbolismo especial. Ya sea que haga mención a la situación de ella luchando por escapar de su terrible destino o tratando de abrir la puerta que la conducirá al mundo de los muertos. Lugar donde el hombre tarde o temprano debe llegar.
domingo, 28 de enero de 2018
"Firulai", el perro fiel hasta la muerte
"Firulai" es puro amor, fidelidad y amistad. Se aprendió el camino al cementerio de Cañuelas acompañando a su dueño a visitar la tumba de su esposa. El 14 de julio, él murió, entonces su perro se quedó para siempre entre los dos.
La historia es difícil, tiene mucha tristeza y muchísimo amor. Primero, el perro y su dueño tuvieron que aprender a vivir con la pérdida de la mujer; ella murió algunos meses atrás. Así fue como "Firulai" aprendió el camino al cementerio acompañando al hombre a dejar flores.
El día que su dueño murió, el perro fue quien encabezó el cortejo fúnebre. Cuando todos los familiares se fueron, notaron que el perro no se movía del lugar. Desde hace diez días, los empleados del lugar, asombrados con la situación, lo alimentan y le dan agua.
Día a día, los perros demuestran todo lo que son capaces de hacer y dar por su familia humana. Cada vez que aparecen historias como las de "Firulai", lo primero que aparece es el recuerdo de la película de Hachiko, "Siempre a tu lado", un perro que esperó a su dueño en la estación de tren durante nueve años.
Pasó tanto tiempo en la estación de Martín Coronado, que los Gendarmes que cuidaban el lugar terminaron por adoptarlo. Ángel se había quedado a vivir ahí a la espera de su dueño, que había muerto. Cuando derivaron a los agentes que lo cuidaban se podía ver su tristeza al perder otra vez a su familia. Pero los gendarmes pidieron permiso y desde febrero vive en Campo de Mayo.
Durante veinte años había vivido en la Casa de Gobierno de La Rioja y lo cuidaban entre todos. Raúl había decidido ser la mascota oficial de los empleados, le daban comida, agua y atención veterinaria cuando la necesitaba. Cuando murió, pudieron enterrarlo en los jardines de la "casa de tejas" y poner una placa para homenajearlo.
viernes, 26 de enero de 2018
Fiel hasta la muerte
Mrs. Jeannette Ryder vivió entre los años 1866 a 1931 año este en que fallece. En vida fue reconocida por su noble actuar y labor en favor de los más necesitados. Fue Mrs. Jeannette Ryder quien funda en la Habana el Bando de la Piedad grupo que deja de existir algunos años más tarde después de su deceso.
Cuenta la historia que Mrs. Jeannette en vida tenía un perro nombrado Rinti del cual se desconoce su linaje. Pero quien después de la muerte de su dueña se distingue por la fidelidad a la misma. Quienes trabajaban en el cementerio en esa época narran que el perro se hecho en la tumba donde reposaban los restos de Mrs. Jeannette y que a pesar del esfuerzo de varios celadores de echar al cachorro del Campo Santo este siempre se las ingeniaba para regresar a la tumba de su fallecida dueña.
A tanta insistencia del perro las autoridades administrativas del cementerio permitieron la entrada del animal el cual un tiempo después muere junto a la tumba de su dueña por no querer tomar agua ni ingerir alimentos.
La historia conmueve a ex colegas del Bando de la Piedad, quienes encargaron una obra de carácter original en la que se exhibe una escultura yacente de la afamada Mrs. Jeannette Ryder con un perro a sus pies símbolo de la fidelidad de quien acompaño a su dueña aun después de muerta hasta su muerte.
Hoy la Habana también tiene su Rinti y lo venera con las palabras siguientes: Fiel Hasta después de Muerta. Expresión que está colocada en letras de bronce en la parte posterior del can.
sábado, 20 de enero de 2018
Liliana Crociati
Liliana Crociati era hija de un conocido peinador, pintor y poeta italiano. Falleció a los 26 años en Innsbruck, en el año 1970, cuando se encontraba en viaje de bodas. Qué convirtió la luna de miel en luna de hiel? Un alud golpeó parte del hotel dónde ella y su marido pasaban la noche. Moriría asfixiada por su propia ropa entre la nieve, no pudo escapar...Sus padres estaban desconsolados, se había ido. Ese mismo día, a 14.000 kilómetros de distancia, también murió Sabú, su perro adorado.
En la escultura realizada en bronce podemos ver a Liliana vestida con su traje de novia, su anillo de compromiso y además, ella está acompañada por su querida mascota, un perrito llamado Sabú. La madre de Liliana exigió que su tumba solo fuera construida en madera y vidrio, elementos que su hija había adorado como materiales para sus obras.
No se usaría ningún tipo de piedra en la tumba. El diseño de la misma evoca el que fuera su cuarto en vida. Así mismo no hay espacio para flores dentro de su mausoleo.
No le gustaban cerca suyo, las prefería vivas como parte de un todo, por eso mismo, adornan el macetero que contiene la escultura que hiciera de su perro más adorado, Sabú, quién la acompañará por el resto de la eternidad, al menos, en metal, ya que Wilfredo Viladrich por pedido de su familia, realizó una escultura de Liliana luciendo su vestido de novia con el que fue enterrada. Se puede reconocer su féretro desde la entrada ya que este está semicubierto por un tsari rojo que ella adquirió en un viaje a la India.
En las paredes podemos ver retratos pintados de Liliana en un estilo propio de los años en que vivía, mostrándola vivaz y hermosa, llena de vida, con sus ojos celestes brillando y su rojo cabello como el fuego. Todos pintados por sus amigos de Bellas Artes.
En su parte exterior este sepulcro tiene un predominio del neogótico con ventana y arcos ojivales muy pronunciados. En el interior, bajo nivel se hallan los catres revestidos de ladrillos y mayólicas españolas en el piso. Un sari rojo traído de la India, cubre el ataúd de Liliana. En la construcción de la bóveda, sus padres trataron de reflejar el estilo de vida y temperamento de su hija.
Nadie supo explicar qué sucedió con el viudo, si vivió o no. Tampoco se entiende por qué un misterioso hombre le deja flores en la puerta de la tumba y huye antes que alguien pueda preguntarle algo. Para sumar más tristeza y rareza a todo el relato, su padre mando a tallar en marmol un poema en Italiano en las paredes de la tumba...que reza “Miserere nostri Deus omniun respicit nos et ostende nob lugen miserationum tuarum”...
Marcando lo fugaz de la vida de su pequeña y lo injusta que fue la vida al llevársela antes que a el... A Mia Figlia Solo mi chiedo il perché? Tu sei partita e distrutto hai lasciato il mio cuore.? Che te solamente voleva perché?? Perché? Solo il destino sa il perché e mi domando perché? Perché non si puo stare senza te, perché?? Tanto bella eriche la natura envidiosa ti distrusse, perché?? Perché, solo mi domando se dio c'e, con se porta viacio che suo non é.? Perché si distrugge e lascia all infinito il dolore! Perché, credo al destino e non a te perché?? Perché solo so che sempre sogno con te, perché c'e di ché?? Per tutto l'amore che sente il mio cuore per té. Perché? Perché? Il tuo papá.
Traduccion: A mi hija: Sólo me pregunto por qué te has ido y has dejado destrozado mi corazón. Que solo te quería por qué? Por qué? Solo el destino sabe el por qué y me pregunto por qué? Por qué no se puede estar sin ti, por qué? Tan linda eras que la naturaleza, envidiosa, te destruyó, por qué? Por qué, solo me pregunto si hay dios, se lleva lo que no es suyo.
Por qué destroza y deja hasta el infinito el dolor! Porqué, creo al destino y no a ti, por qué? Por qué solo se que siempre sueño contigo, por qué hay de qué? Por todo el amor que siente mi corazón por ti. Por qué? Por qué? Tu papá...
viernes, 19 de enero de 2018
La leyenda de Felicitas Guerrero y el fantasma de un templo en Barracas
Dicen que aparece de blanco. Que carga con lo que queda de un viejo vestido de época. Otros dicen que no, que en realidad es una túnica mortuoria, más acorde con sus desgracias. La ven llorar. Felicitas Guerrero de Alzaga fue viuda joven, rica y hermosa. Pero una maldición hizo que jamás descansara en paz. Hoy muchos creen que es el fantasma más famoso de la Ciudad. Cuentan que empezó a aparecerse en los años 30. Y que cada 30 de enero vuelve a pasearse sin remordimientos por la iglesia que lleva su nombre y que desde siempre carga con su leyenda y su espanto. Un templo con muchas historias, en donde nadie quiere casarse.
El fantasma, como todos los fantasmas, tiene una origen trágico, reconstruido una y otra vez, durante años. Felicitas Guerrero era preciosa aunque desgraciada: a los 15 se casó con Martín de Alzaga, que le doblaba la edad, y con él tuvo dos hijos. Uno murió a los seis años y otro nació sin vida. A los 26, ella ya había enviudado. La leyenda narra que a pesar de su belleza quedó rodeada de muerte, pero también de una fortuna incalculable. Los galanes de la alta sociedad no tardaron en festejarla. Comentan que ella eligió a uno entre tantos y que, desesperado, otro de sus pretendientes la asesinó. “Te daré una y mil veces la muerte”, le prometió. Una sola bala resultó suficiente.
La historia siguió así: sus padres, dolidos por el horror, construyeron un templo para recordarla en Isabel La Católica 520, justo detrás de la casona donde murió y en donde hoy está la plaza Colombia, en el corazón de Barracas. Fue abierto a fines de enero de 1876 –a cuatro años del crimen–, bajo el nombre de Santa Felicitas, una mártir del siglo II. Se trata de la única iglesia propiedad del Gobierno porteño, la única de estilo neogótico alemán que quedó en pie en todo el mundo y la única con estatuas de figuras terrenales. Sin embargo, es una leyenda lo que la destaca por sobre todas las demás: aseguran que la maldición del pretendiente aún le impide descansar en paz, que el fantasma de Felicitas vive ahí y que incluso a veces la oyen llorar.
El mito hace enojar a Dante Galeazzi, el sacerdote que cuida la iglesia desde hace 14 años. “Lo del fantasma es mentira. Y todo lo que se hace alrededor es una estafa, sólo confunden a la gente”, dispara. No obstante, hay muchos que trabajan en torno a Felicitas a pesar de su disgusto. Una de ellas, la arquitecta Ellen Hendi, coordinadora general de las visitas al Complejo Histórico Santa Felicitas, asegura que hay quienes juran escuchar campanas que se agitan solas o haber sido testigos de tragedias y amores rotos, y que varias parejas evitan dar el sí en ese lugar, que actualmente custodian tenazmente decenas de gatos. Otros relatan que hubo novios y novias que se arrojaron desde su torre. Todas leyendas.
Hendi está juntando testimonios para saber qué pasaba realmente en ese espacio durante las décadas del 30, 40 y 50. “Pero es cierto, muchos opinan que su historia trágica espanta a cada pareja que quiere contraer matrimonio”, apunta la arquitecta. “El mito –agrega– indica que nadie desea casarse acá porque trae mala suerte”. Galeazzi prefiere darlo por terminado. Abrupto, sostiene que en Santa Felicitas “no hay ni hubo casamientos” sencillamente porque “la iglesia no tiene autorización ni libros para ese sacramento”.
Verdad irrefutable, o no, en el barrio prefieren mantener viva la leyenda. Algunos aventuran que el cuerpo de Felicitas busca descanso eterno en el cementerio de Recoleta. Otros sostienen que está enterrado en la iglesia que, además, le da lugar al mito. Lo cierto es que cada 30 de enero, los más desdichados siguen dejando pañuelos o cintas blancas atados en sus rejas, como ofrendas de amor. No les importa lo demás: si aparecen mojados, con lágrimas de Felicitas, habrá deseos cumplidos y el amor por fin llegará. Y, según dicen, será para siempre.
lunes, 15 de enero de 2018
Historias del Cementerio de La Plata "El misterio de la rubia hermosa"
El Cementerio de La Plata se destaca no solo por su arquitectura sino también por algunas historias que lo acompañan. De la mano de Olga B. Flores en su publicación "Anécdotas y mitos que involucran a muertos... y vivos" pudimos conocer algunas
El misterio de la rubia hermosa
Esta historia no tiene más de 20 años y dice que una noche, en pleno centro de la ciudad, una joven rubia, que llevaba un saquito negro sobre sus hombros, paró un taxi y le dijo al chofer que se dirigiera hasta el cementerio. Cerca del lugar le pidió al conductor que estacionara sobre uno de los laterales.
Cuando el auto paró, le dijo "ya vuelvo". De a poco se fue acercando al paredón y, de un momento a otro, desapareció como si lo hubiese atravezado. Al día siguiente, el taxista fue hasta el cementerio con un grupo de colegas para mostrarles el lugar exacto del muro donde había desaparecido la rubia.
Luego, acompañados por empleados del cementerio, dieron la vuelta para fijarse qué había del otro lado del paredón. La sorpresa fue grande cuando, muy cercano al tapia, colgado en una cruz de una de las tumbas, hallaron el saquito negro que vestía la joven.
domingo, 14 de enero de 2018
Historias del Cementerio de La Plata "Perro fiel"
El Cementerio de La Plata se destaca no solo por su arquitectura sino también por algunas historias que lo acompañan. De la mano de Olga B. Flores en su publicación "Anécdotas y mitos que involucran a muertos... y vivos" pudimos conocer algunas
Perro Fiel
Al morir la dueña de uno de los bares cercanos al cementerio, su perro hizo lo posible para estar al lado de ella, cada mañana, cuando se abrían las puertas de la necrópolis, la mascota entraba, se dirigía a la tumba de su dueña y se echaba allí hasta la hora en que el cementerio cerraba sus puertas.
Al poco tiempo, el perro fiel también murió.
martes, 9 de enero de 2018
El Experimento Ruso Del Sueño
A fines de los años 40, en la Unión Soviética se llevó a cabo un experimento cruel e inhumano, con cinco prisioneros a los cuales se intentó, a base de un gas estimulante, mantener despiertos por 15 días. Llegado el día 15, cada uno de los cuatro supervivientes (uno murió) se había arrancado carne a sí mismo; y, en la locura que los sujetos de prueba mostraban, había algo misterioso y escalofriante.
A fines de los años 40, cuando aún la Unión Soviética era gobernada por el puño de acero de Stalin, un grupo de científicos rusos decidió llevar a cabo un experimento en que, a base de un gas estimulante, se mantendrían despiertos a cinco sujetos por un periodo de quince días.
Primeramente los cinco individuos fueron conducidos a un entorno cerrado a fin de que se pudiese monitorear el empleo de oxígeno, ya que el gas estimulante resultaba letal en elevadas concentraciones. A fin de observar cuidadosamente a los sujetos del experimento, y ya que en ese entonces todavía no existía el sistema de “circuito cerrado” con cámaras de vigilancia, se emplearon micrófonos y unas ventanas con vidrios de 5 pulgadas de espesor. Por otro lado, la habitación del experimento contaba con libros, mantas para dormir cómodamente (aunque sin camas), agua corriente, un baño y provisiones alimenticias que alcanzaban para que todos los cinco sujetos sobreviviesen un mes entero.
Pero… ¿qué habían hecho los sujetos del experimento para estar allí? Estos eran prisioneros políticos y militares enemigos capturados durante la Segunda Guerra Mundial. Stalin había dicho una vez que “la violencia es el único medio de lucha, y la sangre el carburante de la historia” y, en concordancia con esa manera de pensar, miles de individuos habían sido torturados, enviados a trabajos forzados en Siberia, o asesinados con un tiro en la nuca. Pero el destino de estos prisioneros sería aún peor…
Durante los primeros cinco días todo estuvo relativamente bien y pocas eran las quejas, en gran parte porque los habían engañado, prometiéndoles la libertad si se sometían a la sencilla prueba de no dormir por 15 días. Curiosamente y ya en ese breve intervalo inicial de 5 días, los investigadores notaron que, mientras más tiempo pasaba, los sujetos se mostraban más propensos a hablar sobre eventos traumáticos de su pasado.
El primer punto de inflexión vino después de los 5 días iniciales, pues los sujetos comenzaron a quejarse de los hechos que, según ellos, los habían conducido a terminar en el experimento. Sus miradas ya no eran las mismas, sus gestos y actitudes denotaban el inicio de la paranoia. La camaradería de los días pasados se resquebrajó y dio paso a cinco individuos desconfiados, que ya no hablaban entre sí y que murmuraban alternativamente en los micrófonos, tratando de no ser vistos por sus compañeros y evidenciando que pretendían ganarse la confianza de sus captores al traicionar a sus camaradas. En opinión de los científicos, los cambios conductuales de los sujetos eran un efecto del gas y la privación de sueño.
Ya en el noveno día, uno de los sujetos de prueba comenzó a correr como locoe por toda la habitación, gritando y gritando sin parar… Así estuvo unas tres horas, en un espectáculo atroz donde su voz, como consecuencia del desgaste de las cuerdas vocales, estaba cada vez más ronca; además, naturalmente el hombre cayó algunas veces, pero siempre se volvía a levantar, pese a que estaba bañado en sudor y hasta llegó a escupir sangre antes de no poder dar más que gritos ocasionales y, finalmente, caer presa del silencio, ya que sus cuerdas vocales estaban destrozadas… En cuanto a los compañeros del sujeto que gritaba, mostraron inicialmente una escalofriante indiferencia: seguían murmurando en los micrófonos, encerrados en sí mismos. Sin embargo, cuando un segundo sujeto se puso a correr y a gritar como el primero, dos de los tres que no gritaban agarraron algunos libros, les comenzaron a arrancar páginas, defecaron, las cubrieron con sus heces y las empezaron a pegar en las ventanas de la habitación, tras lo cual dejaron de correr los dos que corrían y, el que aún gritaba (el otro ya no podía, se había destrozado las cuerdas vocales), dejó de gritar. También, a raíz de eso nadie volvió a murmurar en los micrófonos.
Tres días después de lo sucedido con las ventanas, los investigadores quisieron revisar los micrófonos a ver si todavía funcionaban; puesto que, desde lo sucedido con las ventanas, no se había escuchado ninguna palabra o ruido en los micrófonos, pese a que el consumo de oxígeno indicaba que los sujetos vivían y, además, era un nivel de consumo propio de quienes realizan ejercicios extenuantes…
Llegado el día 14, la preocupación por el estado de los voluntarios era muy grande y los científicos hicieron algo que inicialmente no pensaban hacer puesto que podía alterar el curso del experimento: trataron de llamar la atención de los sujetos de prueba. Para ese fin, emplearon un intercomunicador que hasta el momento había pasado desapercibido por los cinco prisioneros, quienes en ese momento escucharon una voz fría y autoritaria que les decía: “Abriremos el cuarto para comprobar el estado de los micrófonos. Aléjense de las puertas y acuéstense con las manos atrás en el suelo o se les disparará. A uno de ustedes se le otorgará la libertad si obedecen”. Entonces, desde uno de los micrófonos, una voz dijo, en tono terminante y sin encontrar oposición en otras voces, algo que dejó atónitos a los investigadores: “No queremos ser liberados”
Lo antes descrito suscitó gran debate entre los científicos y los militares responsables del proyecto. Se intentó varias veces y en vano comunicarse de nuevo con los sujetos, pero estos no dijeron palabra alguna ante lo escuchado desde el intercomunicador. Así pues, al anochecer del día 15 se decidió abrir la puerta de la habitación y ver lo que por días cubrieron aquellas páginas arrancadas y llenas de excremento que, como viles trofeos de la miseria humana, tapaban los gruesos cristales del maldito recinto.
Antes de entrar, los investigadores extrajeron el gas de la habitación y empezaron a mandar aire fresco, pero entonces comenzaron a escucharse montones de quejas en los micrófonos. Eran tres voces que, rogando en nombre de sus seres queridos, pedían que volvieran a mandarles más gas estimulante. Sin embargo, el suministro de gas no se repuso y, cuando por fin abrieron la puerta, los sujetos de prueba vociferaron, con excepción del que tenía dañadas las cuerdas vocales (éste fue uno de los cuatro supervivientes), los alaridos más fuertes y espantosos que jamás habían escuchado en toda su vida aquellos aterrorizados soldados. Y es que nada, ni siquiera las balas zumbando en el campo de batalla o los cadáveres regados por las calles de Stalingrado que uno de los presentes había visto: nada se equiparaba al horror dantesco que tenían en frente…
Gran parte de la comida, que habría bastado para los últimos cinco días del suplicio, no había sido tocada en lo más mínimo. Todo el suelo estaba cubierto de una repugnante mezcla de sangre, agua, heces, orina, ya que el hueco de drenaje, que estaba en el centro de la habitación, había sido tapado con trozos de carne de las costillas y pantorrillas del sujeto muerto, cuyo cadáver yacía arrimado en la esquina izquierda del fondo, con la boca abierta, la cabeza ladeada, y la mirada inerte, aunque con un inusual gesto que parecía congelar la experiencia inefable de quien ha alcanzado la escabrosa cima del tormento.
En cuanto a los supervivientes, estaban en tales condiciones que habrían hecho parecer criaturas de aspecto afable a los zombis: se notaba que se habían arrancado pedazos de piel y carne con sus propias manos, ya que las puntas de sus dedos estaban destrozadas, y el hueso estaba expuesto en zonas donde no habrían podido sacar carne con sus propios dientes. Por otra parte, a más de las heridas provocadas por la carne y la piel que se habían arrancado, todos tenían muchas otras lesiones, la mayoría de ellas autoinfligidas. Y en cuanto al daño causado por la carne que se habían arrancado a sí mismos, era algo tan atroz que, debido principalmente a toda la cantidad de músculo intercostal que ya no tenían, podían vérseles los órganos internos, ya que desafortunadamente no habían comprometido suficientemente a sus órganos vitales como para perecer, excepto aquel que ahora reposaba muerto en la esquina, pues le faltaba aproximadamente medio hígado… Tenían los intestinos expuestos, palpitando por la comida que habían ingerido recientemente, y que no era el atún ni nada que contuvieran las latas en conserva que les dejaron para alimentarse decentemente, sino su propia carne.
Pese a que la mayoría de los soldados que entraron a la habitación o vieron lo que había en ella eran de las Fuerzas Especiales, ninguno quiso volver a entrar, y uno de ellos se puso a llorar como si hubiese visto a su madre cortada en trocitos… En cuanto a los cuatro supervivientes, todos pedían con desesperación que les dieran gas. “¡No quiero dormir, no quiero dormir!”, gritaba uno de ellos con la voz empañada en llanto y desesperación, tal y como quien, ante la amenaza de ser ejecutado, grita histéricamente “¡no quiero morir, no quiero morir!”. Y es que todos querían estar despiertos: esa era su adicción, eso era lo único que importaba. La dignidad, la esperanza, las memorias del pasado, todo se había hundido, el sentido de la vida se había reducido a la persecución desesperada de mantener los ojos abiertos, y el cerebro activo, no ya para pensar la realidad u orientarse en ésta, sino porque, la sensación de vitalidad propia de estar bien despierto, había pasado a tener el valor de la vida misma.
Ahora, y si bien ningún soldado quería regresar, tuvieron que obedecer las órdenes de sus superiores y volver a aquella pequeña sucursal del infierno, donde los cuatro dementes, que sólo querían permanecer en el cuarto para recibir más gas, presentaron la fuerza de auténticos poseídos por el Demonio, mostrándose tan salvajes que un soldado falleció cuando uno de los sujetos de prueba le mordió el cuello tan fuertemente que le abrió la yugular, y otro soldado resultó gravemente herido porque uno de los supervivientes le mordió la arteria femoral y los testículos, con tanta rabia que literalmente se los reventó, los soldados tenían la orden de preservar la vida de los sujetos de prueba así que no pudieron dispararle. Además de estos dos soldados que fueron víctimas por accidente del experimento, cuatro de ellos acabaron suicidándose en las semanas posteriores al nefasto día, sumando cinco los que murieron por causa del experimento sin ser parte del mismo.
Otro caso lamentable fue el de uno de los cuatro sujetos de prueba. El hombre sufrió una hemorragia después de dañarse el bazo cuando intentaba agredir a los soldados; intentaron sedarlo, pero ni siquiera con la dosis de morfina multiplicada por diez se consiguió controlarlo, pues seguía agitándose como un animal salvaje, y hasta logró romperle el brazo y las costillas a uno de los médicos que intentaban ayudarlo. Habiendo roto los amarres y estando fuera de sí, el sujeto fue acorralado en una esquina de la sala médica por los soldados. Nadie se le acercaba, todos se limitaban a impedir que la bestia humana cometiera más destrozos. “¡Máaaaas, máaaaas!”, gritaba el sujeto, con los ojos desorbitados, la cara marcada por arañazos que se había autoinfligido en su desesperación por el gas, y las manos puestas en un ademán de ira, impotencia y súplica. Así permaneció por tres minutos enteros en que su corazón latía al máximo posible: “¡Máaaaas, máaaas!”, se escuchaba por toda la sala, primero como un alarido brutal e intimidante, posteriormente como un grito atenuado, después como un murmullo agónico y vencido, y finalmente como una boca abierta de cuyo fondo no salía otra cosa sino el silencio, triste presagio de la muerte que lo tocó cuando se desplomó de improviso.
En cuanto a los tres supervivientes restantes, a éstos se los pudo inmovilizar y conducir a distintas instalaciones médicas: dos de ellos, aún con las cuerdas vocales intactas, no dejaban de vociferar pidiendo gas… El tercero, que era el más herido de los tres, no pudo ser calmado con morfina, pero usaron un sedante distinto que sí lo inmovilizó, aunque su corazón dejó de latir cuando sus ojos se cerraron; posteriormente, en la autopsia, se determinó que sus niveles de oxígeno en la sangre eran anormalmente altos.
Otro de los sujetos, aquel que tenía destruidas las cuerdas vocales, giraba la cabeza en señal de negación cuando plantearon ponerle gas anestésico para llevarlo a la sala de cirugías. Entonces uno de los médicos sugirió no anestesiarlo, y sorprendentemente el sujeto empezó a mover violentamente la cabeza, en señal afirmativa: era increíble, tanto le importaba estar despierto que prefería aguantar el dolor de la cirugía con tal de no dormirse a causa de la anestesia… Seis largas horas duró la cirugía, dentro de la cual se intentó cubrir los principales daños que el propio sujeto había causado en los órganos de su caja torácica. Según relató una traumatizada enfermera que colaboró con los médicos durante la operación, el paciente sonreía de una manera extraña y enfermiza cada vez que hacía contacto visual con ella. Era como si se complaciera en mostrarle la capacidad que tenía para deleitarse ante su propio tormento, como si eso que le estaban haciendo fuera algo rutinario, algo habitual…
Una vez que la cirugía acabó, el paciente miró al cirujano y empezó a hacer gestos con la boca y las manos, como indicando que quería hablar y que le dieran algo para escribir. Entonces el cirujano tomó un cuadernillo que estaba cerca, y se lo dio junto con un bolígrafo. “SIGUE CORTANDO”, escribió el sujeto, con letras mayúsculas que evidenciaban un pulso tembloroso, producto de un insano estado de alteración emocional.
En cuanto al último de los supervivientes, este fue enviado a la sala de cirugía, donde decidieron operarlo sin anestesia después de ver lo ocurrido con el sujeto antes descrito. En su caso, tuvo que inyectársele un líquido paralizante porque no dejaba de reírse a carcajadas, agitándose tanto que hacía imposible la cirugía sin anestesia. Gracias al líquido paralizante, se lo pudo operar sin anestesia. Lo único que podía mover eran los ojos, y aún en tan pequeño margen de libertad motriz se evidenciaba la locura, el disfrute ante lo que estaban haciéndole…
Una vez que pasaron los efectos del líquido paralizante, el sujeto volvió a pedir gas, y cuando le preguntaron por qué él y sus compañeros se lastimaban y por qué necesitaban tanto el gas, el hombre se limitó a decir en forma lacónica y con tono de absoluto convencimiento en sus palabras: “Debo permanecer despierto”.
Los dos supervivientes finales continuaron siendo atendidos por los médicos; y, cuando los militares que idearon el proyecto aparecieron y vieron que las cosas no habían salido tan bien como se esperaba, les reclamaron fuertemente a los científicos e incluso ordenaron ejecutar con inyección letal a los dos sujetos de prueba que aún vivían. No obstante, antes de que se cumpliese la orden de ejecución, el líder de los militares al mando del proyecto, un ex agente de la KGB, volvió a pensarse la decisión inicial y, viendo potencial en los resultados aparentemente desalentadores, ordenó mantener vivos a los dos supervivientes, a fin de ver qué pasaba si los exponían nuevamente al gas que tanto habían pedido y que hasta el momento se les había negado. Los científicos, traumatizados por su experiencia, se negaron rotundamente y aludieron tanto razones éticas de carácter humanitario, como razones de pura conveniencia personal; aunque, como era de esperarse, el militar impuso su autoridad: “Continúen con el experimento y háganlo bien, si no quieren terminar siendo ustedes los sujetos de prueba”. Nadie osó reír: sabían que para muchos militares soviéticos no representaba nada acabar con una vida humana, e incluso uno de los investigadores, al escuchar las amenazas del comandante, recordó el caso de su primo Yuri, que murió con una bala en el cerebro por negarse a experimentar con un prisionero de guerra nazi.
Una vez que los dos supervivientes se enteraron de que al fin recibirían el gas, mostraron una alegría inmensa. Hasta el momento, se las habían ingeniado para permanecer despiertos: uno de ellos cantaba una canción; el otro, que tenía dañadas las cuerdas vocales, se la pasaba dibujando y, cuando el sueño parecía vencerle, se mordía la boca hasta sangrar… Éste último, el mudo, puso una sonrisa de alucinado cuando se enteró de que le darían gas: una sonrisa amplia, simétrica, “de oreja a oreja”, una sonrisa estática, como si estuviese viendo quién sabe qué maravilla inaccesible a la imaginación común…
Antes de ser reintroducidos en la habitación, a los prisioneros se les colocaron medidores de ondas cerebrales. Sorprendentemente, las ondas se mostraban normales casi todo el tiempo, aunque con breves líneas rectas que después desaparecían, y que eran semejantes a las experimentadas durante la muerte cerebral. El prisionero que podía hablar, al sentir que se adormecía durante cada intervalo de línea recta, entró en desesperación y comenzó a gritar: “¡El gas, rápido, rápido! ¡El gas, el gaaaas, el gaaaas!”. Conteniendo sus ganas de reír, el comandante ordenó que se cerrara la habitación con los dos sujetos de pruebas y con tres de los científicos. Al escuchar la orden, dos de los científicos sospecharon que los dejarían allí adentro por varios días, pero más se inclinaron a pensar que era algo momentáneo y que además los dos sujetos de pruebas no se mostrarían violentos porque tendrían el ansiado gas; sin embargo, el tercer científico recordó una conversación que había escuchado entre uno de los soldados y el comandante, cuando estaba en el baño y nadie sabía que él estaba allí:
―Dígame, capitán, ¿qué le parece si dejo a algunos de los científicos junto a los locos? Quizá también a ellos les guste el gas, ¿no cree? Sobre todo Ivanov, que ha estado mirándome de manera resabiada, no vaya a ser que se le suba el gas a la cabeza e intente matarme, ¡hahahahahahahahaa!
―Si me lo permite, creo que la medida es demasiado severa, mi comandante. Creo que mejor sería mandarlos a Siberia.
―¿A Siberia? Pero si van a estar bien felices con el gas, ¿no ve que el gas es el sentido mismo de la vida? Quien prueba el gas, no quiere ya nada. Imagínese, capitán, una inhaladita y nunca más sufrirá por dinero, por mujeres, por ideales, ¡por nada! Vamos, no me mire así, estoy bromeando, camarada.
“No, no estás bromeando, bastardo”, pensó Ivanov tras recordar la conversación y entonces, antes de que se cerrara la puerta y llegaran tres soldados que el comandante había llamado por radio, reparó en que el soldado escolta (del comandante) había dejado en una silla su revólver, y temblando de ira lo tomó, le disparó al comandante, después le voló la cabeza al prisionero mudo y se puso en una esquina, apuntando al único sujeto de prueba que quedaba y aprovechando que los otros dos científicos habían huido y el soldado escolta también (que era el capitán al cual había escuchado hablar con el comandante), casi seguramente porque no quería matar ni morir, pues si moría dejaría de ser para siempre (era un marxista en toda regla), y si vivía se sentiría aún más culpable por matar a un hombre de ciencia en nombre de un proyecto perverso, cuyos abominables frutos lo habían hecho replantearse su lugar en el mundo desde el día en que abrió esa puerta maldita y vio a esos cinco engendros, que no podían ser llamados “humanos”, “bestias” o “monstruos”, que eran como cinco espejos crueles y a la vez como cinco preguntas: espejos, porque mostraban lo peor que sabemos de nosotros mismos, eso que se refleja en las maldades que les hacemos a nuestros semejantes; preguntas, porque mostraban algo escalofriante, una parte de nosotros que no conocemos, que solo intuimos levemente, que no nos atrevemos a preguntarnos qué es, pero ahora, en esos cinco ex-humanos, se erguía poderoso e imponía, en cualquiera que lo percibiese, la necesidad de preguntarse qué era “eso”…
“¡No me encerrarán con esta cosa! ¡No contigo! ¡¿Qué eres?! ¡Necesito saber!”, dijo el científico de bata blanca, mirando a “eso” que tenía en frente suyo, esperando una respuesta antes de que lo dispararan o lo detuviesen, cosa que increíblemente no había ocurrido aún.
Con una sonrisa demencial y perversa, tal y como si fuera el portador de un secreto prohibido empañado en decadencia, el prisionero miró al techo, volvió a mirar al científico y le dijo con deleite, queriendo perforarle el alma con la negrura de una verdad encarcelada por la cordura: “¿Tan fácilmente te has olvidado de mí? Somos ustedes, somos la locura que está encerrada en todos ustedes. Somos la locura que ruega por libertad en cada momento de sus vidas, desde lo más profundo de sus mentes animales. Somos aquellos de lo que se esconden en sus camas todas las noches. Somos lo que duermen, silencian y paralizan cuando se van a su cielo nocturno, donde nosotros ya no los podemos alcanzar.”
Nadie habló mientras “eso” hablaba a través del prisionero, excepto el científico que sostenía el arma y, sin poder soportar el Evangelio de la Locura, apuntó al corazón de aquel demente y disparó. “Casi…tan…libre”, le escuchó musitar, sin creérselo porque acababa de destrozarle el corazón y allí, en la sala de control, sus compañeros veían que la pantalla de actividad cerebral no mostraba señal alguna de vida. “Eso” que habló ante el asombro de todos había callado por fin, pero solo en los labios del pobre sujeto de pruebas: en las mentes, de los investigadores, de los soldados, del lector de este creepypasta, “eso” seguirá susurrando en cada uno de nosotros, quizá mostrándose en aquellos breves lapsos que algunos de nosotros tenemos, lapsos en que el gobierno de la razón colapsa ante el peso de la realidad, y la locura, siempre más fuerte que las mayores calamidades de la vida, toma el control con voluntad libertadora…
ORIGEN: Antes de señalar el origen concreto de este creepypasta, cabe señalar que constituye una expresión algo exagerada del temor que existe a no dormir, tanto por experiencias muy comunes (casi todos, al menos de entre quienes han pasado por la universidad, saben lo que es no dormir uno o dos días), como por conocimientos científicos sobre el tema, según los cuales la privación prolongada de sueño puede generar: irritabilidad, agresividad, depresión, somnolencia diurna, deficiencias cognitivas (fallos en la memoria, el razonamiento, la percepción, la capacidad de concentrarse), cansancio físico y mental, o incluso, en casos extremos, alucinaciones visuales y auditivas, paranoia, comportamiento maníaco y hasta psicosis… Complementariamente, se sabe de individuos como Randy Gardner, quien en 1965, cuando tenía 17 años y era estudiante de secundaria, permaneció 11 días enteros sin dormir, a fin de cumplir con los requisitos para una feria de ciencias… En cuanto al origen concreto del creepypasta, todo lo que se sabe es que apareció durante el año 2009, en el cual empezó a difundirse a través de cadenas de correo electrónico y foros, siempre presentándose como una historia real, cosa que no resultó difícil de hacer creer al comienzo, ya que, como bien se ha explicado, sí existe un trasfondo de realidad en este creepypasta…
miércoles, 3 de enero de 2018
La aterradora historia de Slenderman
Slenderman es un ser antropomórfico de entre dos y cuatro metros de largo. Sus extremidades son larguísimas y su rostro es una máscara pálida sin facciones, sin ojos, sin orejas, sin boca. En la espalda esconde seis tentáculos con los que ataca a sus víctimas. Es invisible a voluntad y, por eso, muy pocas veces ha podido ser fotografiado o grabado en vídeo. Se mueve en las sombras y acecha a niños y adolescentes sin que nadie se ponga de acuerdo en si es una presencia protectora o una amenaza.
Lo crean ustedes o no, hay muchos adolescentes que creen a pies juntillas en la existencia de este personaje que, en realidad, fue creado en 2009 por un usuario, Victor Knudsen bajo el Nick de ‘Victor Surge’, del foro Something Awful para participar en un hilo de imágenes retocadas con Photoshop. La bola fue creciendo hasta convertir al personaje en un meme y de ahí a material para creepypasta, un tipo de relato de terror de género colaborativo. Una vez convertido en personaje literario y en personaje de Fanfic, el salto al mito y a la creencia de la existencia real del personaje fue un paseo en calesa, sobre todo cuando la red está inundada de vídeos, fotos y testimonios de internautas que alimentan la idea de que Slenderman vive entre nosotros.
A estas alturas de siglo XXI se puede decir que Slenderman es el primer personaje creado en Internet que ha quedado instalado en el folklore popular y que abrió la puerta a otros mitos digitales. Si teníamos alguna duda de cómo se habían creado personajes y mitos populares como El Hombre del Saco, La Chica de la curva o La Santa Compaña solo tenemos que echar un vistazo al fenómeno de Slenderman: millones de mentes modelan la creencia añadiéndole una infancia, una adolescencia, nuevos rasgos, nuevos datos, incluso residencia o, lo que es más importante, una marca propia. ¿No tienen Batman y Superman un logo? El de Slenderman es una equis tachando un círculo.
El mito, ya de por sí retorcido, tomó un giro tétrico el 31 de mayo de 2014. Morgen Geyser y Annisa Weier, dos niñas de 12 años residentes en Waukesha (Wisconsin), se conocen e intiman cuando comienza el curso. Crean una amistad muy especial, ya que Annisa no es muy popular y no tiene amigos y Morgen tampoco cuenta con muchas amistades excepto la de Payton Leutner a la que, en las últimas fechas, está dejando de lado. Annisa y Morgen tienen una imaginación desbordante y, ambas, comparten aficiones literarias comunes: son fans de los creepypastas y de la literatura de terror. Entre ellas estalla una amistad que retroalimenta sus fantasías.
Las amigas deciden asesinar a la otra niña aprovechando el barullo del cumpleaños de Morgen, ya que las tres van a dormir en la misma casa para hacer una fiesta de pijamas. Van un parque que tiene una zona boscosa cercana y con la excusa de que van a jugar al escondite, la llevan a la zona más profunda y allí le asestan 19 puñaladas con un cuchillo de cocina. Las autoras dejan en estado agonizante a la víctima y se escapan del lugar del crimen. Payton se arrastra hasta una carretera cercana donde es recogida por un ciclista a la que narra los hechos y es trasladada a un hospital donde le salvan la vida.
Mientras todo esto ocurre, Morgen y Annisa son detenidas por un policía al que le resulta sospechosa la presencia de dos niñas tan pequeñas caminando solas por el arcén de la Interestatal 94. Annisa le cuenta al policía que acaban de asesinar a Payton Leutner y que se dirigían a la Reserva Natural de Nicolet donde se encuentra la mansión de Slenderman para reunirse con él. Los antecedentes y los precedentes de este caso criminal tan extraño son narrados con todo lujo de detalles y mucha pericia por Irene Taylor Brodsky en su documental Beware the Slenderman que acaba de estrenar la cadena HBO en nuestro país.
Morgen y Annisa intentaron matar a Payton Leutner para honrar a Slenderman y convertirse en sus sirvientas, en una especie de agentes del mito que, según sus seguidores, se encargan de hacerle el trabajo sucio. Ambas confiesan los hechos a la policía sin guardarse nada, contando todo con inocencia infantil, esperando ser eximidas de responsabilidad, como si el asunto solo fuera una trastada que se les ha ido de las manos (¿Quién se comió la tarta que se enfriaba en el alfeizar? ¿Quién rompió la ventana del vecino de un balonazo?). Esperando, o eso da la sensación, que la policía crea en la existencia de Slender Man y que se ponga en marcha para detener al verdadero culpable.
Lejos de ser un cuento moral, y el documental actual tiende a serlo, Beware of the Slenderman cuenta los hechos con una frialdad arrebatadora, usando los testimonios de los familiares de las niñas y transmitiendo a la perfección todos los sentimientos contradictorios que les produce el amor hacia las crías y el hecho de que hayan cometido un crimen tan horrible para honrar a un personaje ficticio. El documental se convierte en un juego de muñecas rusas en el que vamos descubriendo más y más detalles del caso mientras aprendemos la fuerza de los mitos e intentamos comprender todos los rasgos de personalidad de ambas crías. De paso, nos advierte de que el escalón generacional y las nuevas tecnologías no se llevan bien y que, por descontado, Internet ha roto la barrera entre la realidad y la ficción.
Morgan y Annisa decidieron creer en Slenderman, al igual que otros deciden creer que hay bases nazis en la Antártida, que Isabel II es en realidad un extraterrestre reptiliano o aquello de la fan de Ricky Martin, su perro y el bote de mermelada. La gente cree por inocencia, por inmadurez, por analfabetismo o por sentirse afianzada en sus ideas. A veces, desgraciadamente, mata por ello. Por razones tan absurdas como las que llevaron a dos crías de doce años a apuñalar a otra y así ganarse al favor de un ser imaginario que les esperaba en la profundidad del bosque.
El caso, conocido como El apuñalamiento de Slenderman, se convirtió en carnaza para los medios sensacionalistas lo que provocó un estúpido debate sobre los límites, el control de contenidos y el uso que se le daba a Internet. También generó una pequeña, pero intensa, ola de pánico en Estados Unidos donde se sucedieron casos, falsos o no, de asaltos violentos relacionados con el culto al personaje. Por ejemplo, Lily Marie Hartwel con 14 años de edad, del condado de Pasco (Florida), en la noche del 4 de septiembre de 2014 incendió el domicilio familiar cuando su madre y su hermano de 9 años dormían en su interior. Aunque se sabía que el hecho podía estar relacionado con una riña doméstica o con un accidente, la chica cometió algunos errores de bulto en su declaración como decir que no sabía qué había pasado y reconocer que era asidua de creepypasta.com y souleater.com, lo que fue suficiente para que los medios sensacionalistas se pasaran unos cuantos días hablando del asunto y relacionándolo directamente con Slenderman.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Estoy cerca...
Una chica va caminando de regreso a casa cuando de pronto encuentra unas 20 fotos de Polaroid envueltas por una goma elástica. En la p...
-
Leyenda Urbana de Lanús, Buenos Aires. Muchos de los que vivimos en la zona sur de Buenos Aires conocemos la hermosa Universidad de L...
-
Liliana Crociati, hija de un peinador, pintor y poeta italiano, murió de la peor manera en uno de los más felices días de su vida: luna ...